Factores del desarrollo de una masticación saludable

El cuerpo hace lo mejor que puede con las herramientas y el ambiente que le ofrecemos desde la gestación.

Aprendimos que la genética determinaba numerosos aspectos de nuestras vidas, entre ellos una parte importante de la salud. Desde 1939 (Waddington), se empezó a comprender que a través de mecanismos complejos, el ambiente -donde coexisten los hábitos de alimentación, emocionalidad, actividad física y muchos otros- era capaz de encender o apagar genes que modelaban numerosos aspectos de nuestras vidas la epigenética.

En su libro «Nutrition and Physical Degeneration», en 1939 con numerosas ediciones posteriores, Weston Price desarrolla su teoría de la influencia de la nutrición en el deterioro físico, concluyendo que la dieta moderna rica en azúcares y otros, provocaba un dramático menoscabo en la salud oral, no sólo en cuanto a las caries o enfermedades en las encías, sino también en cuanto al desarrollo de todo el sistema cráneo-facial que nos permite tener dientes bien alineados y mordidas sanas.

Hoy en día, esas investigaciones se han extendido más allá de fronteras inimaginables, haciendo ineludible que la odontología y cada uno de nosotros nos hagamos cargo y llevemos a cabo la educación en salud por un lado y comprendamos por otro lado que de nuestros hábitos de vida saludables depende un porcentaje muy grande de nuestra salud y la de nuestros hijos, nietos, bisnietos, tataranietos….

Independientemente de la realidad que vemos los odontólogos en la clínica diaria respecto de la salud oral (la consulta con el daño ya avanzado), este Live con el Dr. José Urtubia, Odontólogo y Ortopedista funcional, nos trae dos buenas noticias: la primera es que, como expresa él, la enfermedad o la expresión de los hábitos y los aprendizajes que un paciente tuvo cuando llega a nuestra consulta (su problema de salud oral), es todo lo mejor que pudo hacer nuestro cuerpo con el ambiente que le ofrecimos hasta ese momento, es decir, los mecanismos que nos permiten adaptarnos a nuestro ambiente están sanos. Y la segunda buena notica es que , independientemente de las causas, un daño instalado, incluso en la adultez, tiene posibilidades de mejoría si se abordan los cambios de hábito y se realizan los tratamientos pertinentes. Evidentemente que el ideal es consultar precozmente para aprender a hacerlo bien o para reparar antes que el daño se extienda a otras funciones, tejidos, órganos y sistemas del cuerpo. Es decir, la consulta precoz promueve la conservación de los mecanismos del cuerpo que nos ayudan a mantener una buena salud.

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